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Basílica de San Prudencio de Armentia
Armentia se localiza a las afueras de la actual ciudad de Vitoria, aproximadamente a unos 3 kilómetros del centro de la ciudad.
Existe documentación sobre esta iglesia ya en el siglo IX como sede de un obispado que acabará desapareciendo a finales del XI. En 1135 se cita como colegiata, debiendo construirse según los expertos, el actual templo algunas décadas después. En el siglo XVIII la construcción sobre una remodelación integral que afecta especialmente al ábside y al atrio sur. Está remodelación provocó la desubicación de la decoración escultórica del templo, de tal modo que hoy resulta complejo asimilar un programa iconográfico coherente.
Se trata de una basílica de planta de cruz latina con desarrollado presbiterio y ábside semicircular, transepto algo corto y nave en tres tramos. El interior, hoy muy transformado, se organiza mediante arcos muy apuntados. Son interesantes sus capiteles interiores que muestran sobre todo cuadrúpedos y andrófagos.
Al exterior, el ábside queda se seccionado por dos semicolumnas adosadas. Cuenta con tres ventanas abiertas en cada sección e imposta corrida a los pies. Se decora con capites figurados de hombres y animales.
Sin embargo, lo más espectacular de Armentia es su pórtico que alberga alguna de las piezas más interesantes de la escultura románica peninsular. En este espacio se incrustaron piezas procedentes de diversos sitios de la iglesia en las reformas del siglo XVIII. Entre las esculturas destaca el tímpano del cordero en el que este animal aparece en un círculo flanqueado por San Juan e Isaías, mientras que, bajo éstos en un segundo registro, dos ángeles portan un crismón. Los otros conjuntos escultóricos representan a Cristo con los apóstoles, un entierro de Cristo, una Anástasis y un caballero montado.
Habitualmente se habla de hasta tres talleres que trabajarían en Armentia. El primero, de estilo más geométrico realizaría la decoración del ábside en las últimas décadas del siglo XII. Un segundo taller debió trabajar en torno al 1200 en el tímpano del cordero y en los canecillos exteriores. Y, por último, suele considerarse a las esculturas de la anástasis y el entierro de Cristo como obras de un tercer taller, con más plasticidad y dinamismo, que trabajaría a principios del siglo XIII.
A destacar es el conjunto de canecillos, probablmente obra del segundo taller, con decoraciones animales, vegetales y humanas.